Ver en la oscuridad capítulo 8

 

Debido a la herida de Jaro, este tuvo que ser amarrado a Zuku. Ellos salieron los últimos. Al alzar el vuelo, el animal batió fuertemente las alas para impulsarse y alejarse del suelo unos metros. Jaro no pudo evitar soltar un grito, mezcla de miedo y alegría, pues nunca antes había volado. Ver cómo se iban elevando, notando la brisa en la cara, fue una sensación extraña. Desde allí podía ver el castillo y la ciudad, que se elevaban majestuosos a sus espaldas.

Se dirigían hacia el paso de la Montaña Estelar, ahora aparentemente dormida. Era una inmensa roca negra que parecía partir el cielo en dos. Detrás, más majestuosa aún, estaba Vístala; su cima estaba cubierta por nubes y no podía verse. Al mirar hacia abajo, unas náuseas recorrieron las entrañas de Jaro. Cerró los ojos y se recostó sobre Zuku.

Salomón parecía un niño: no paraba de gritar y agitar los brazos mientras iba a lomos de su nueva montura. Val iba aferrado como una garrapata sobre un perro. Lira, sin embargo, iba tranquila. No era su primera vez. Cosas de exploradores: siempre atentos, esperando lo peor.

Al cabo de un rato, habían recorrido varios kilómetros. Salomón, vencido por el mareo, se recostó también. Lira sacó una manzana de su petate. Jaro se incorporó para mirar el paisaje. La montaña se hacía cada vez más grande. Estaban muy cerca. Entonces, una flecha alcanzó a uno de los Neftalí, que chilló y comenzó a descender.

Zuku se giró bruscamente hacia la dirección del disparo. Desde abajo, un grupo de cinco búhos gigantescos surgió volando, cada uno cargado con tres bandidos: uno montando y dos colgados del pecho con ballestas veloces. Un combate aéreo se avecinaba.

Los Neftalí prosiguieron la marcha, excepto Zuku y el que llevaba a Lira. Esta sacó su arco y eliminó a dos de los ballesteros con disparos certeros. Zuku lanzó un grito que hizo explotar a uno de los búhos y su tripulación en vísceras. Los tres restantes se dispersaron: uno persiguió al grupo y dos se prepararon para combatir. Uno de ellos, sin tripulantes, emprendió el regreso.

Zuku le advirtió a Jaro que se sujetara bien y no vomitara. Cerró las alas y cayó en picado, girando sobre sí mismo y lanzando púas desde su cola. Aunque el búho esquivó el ataque, Zuku lo alcanzó por detrás, le mordió la cabeza y lo atrapó con sus patas delanteras.

Mientras tanto, el otro búho enfrentaba a Lira. Uno de los bandidos logró herir a Zuku en el ala. El Neftalí, desestabilizado, cayó en picado con Jaro atado a él.

Lira ordenó a su montura bajar. El Neftalí agitó sus alas reflejando el sol para cegar a los enemigos, y luego ensartó con la cola a su objetivo. Cayó veloz junto a Lira hasta alcanzar a Zuku. Lograron frenar la caída a pocos metros del suelo, aunque el impacto le partió el otro ala y una pata. Jaro, gracias a estar atado, sobrevivió con más suerte. Con la ayuda de Lira, se desató y fueron a socorrer a Zuku.

Salomón y Val, aún montados, intentaron regresar, pero su Neftalí se dirigía directamente al lugar del impacto. Salomón gritó:

—¡Da la vuelta, engendro! ¡Debemos plantar cara a esos canallas! ¡Un guerrero nunca huye! ¿O acaso eres una gallina?

Justo entonces, una ráfaga de virotes impactó contra el animal y sus jinetes: uno alcanzó su costado, otros dos su pata trasera, y un cuarto atravesó a Val, hiriendo también a Salomón. Los gritos de dolor resonaron en el aire.

Los Neftalí restantes acudieron al escuchar los gritos y se enfrentaron al último búho y su tripulación, derrotándolos con fiereza.

Blau —el Neftalí de Val y Salomón— llegó malherido al claro donde Zuku yacía. Al aterrizar, el virote que unía a ambos se partió. Val, aún con fuerza, aplicó ungüento en la herida y conjuró un hechizo para expulsar el virote y curarse. Hizo lo mismo con Salomón y Blau. La criatura, agradecida, lamió su rostro y se levantó.

Ya reunidos, decidieron repartir las monturas y alzar el vuelo de nuevo. Aunque a Val no le convencía, Blau se inclinó y le miró con complicidad. Val aceptó. Salomón hizo lo mismo con Dami, el Neftalí rosa con quien había conectado.

Volaron atentos, emitiendo sonidos para llamar a sus compañeros. Desde el borde de la montaña estelar, escucharon un graznido. Allí estaban. Aunque el espacio era escaso, lograron aterrizar.

Lira trataba de sanar a Zuku. Jaro, con su arco, vigilaba. Se alegró al ver a sus amigos ilesos, especialmente a Val en su propia montura. El joven corrió hacia Zuku y, usando todo el mejunje que tenía, intentó curarlo. Aunque no logró sanar del todo al animal, alivió parte del daño.

Zuku les dijo que debían cruzar el paso de la Montaña Estelar. Detrás estaría Vístala. Lamentaba no ser de más ayuda, pero aquella noche tendrían suerte: podrían ver el nacimiento de la luna llena. Sin embargo, debían tener cuidado: en las noches de nacimiento, criaturas extrañas salían a vagar hasta el amanecer.

Dicho esto, Zuku y los Neftalí se adentraron en el bosque y desaparecieron.

Jaro sintió una punzada entre el hombro y el pecho. La hoja seguía su curso; no le quedaba mucho tiempo. Pronto anochecería. Estaban a dos días de su destino.

El grupo se organizó para cruzar el paso. La montaña se hacía inmensa ante sus ojos. El sonido de los animales desaparecía. El atardecer teñía todo de sombras. Lira sacó unas antorchas, pero antes de encenderlas, Val dijo:

—No, esperad. Debéis ver esto. No todo el mundo tiene la oportunidad de ver algo tan majestuoso como el nacimiento de la luna llena.


¿Te ha gustado esta historia?

Descubre mi nueva novela “Prisión Invisible: Zero”, una distopía de ciencia ficción que ya está dando de qué hablar.

Disponible en https://www.amazon.es/dp/B0CZ8L26C8

Tu libertad empieza con una decisión. ¿Te atreves?

Gracias por llegar hasta aquí.

Si te ha gustado lo que has leído, te invito a suscribirte al blog para no perderte ninguna nueva historia, reflexión o locura literaria.

Y no olvides dejar un comentario, ¡me encantará leerte y charlar contigo!

¡Nos leemos pronto!


Descubre más desde El Imaginario De Jaro

Suscríbete y recibe las últimas entradas en tu correo electrónico.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Descubre más desde El Imaginario De Jaro

Suscríbete ahora para seguir leyendo y obtener acceso al archivo completo.

Seguir leyendo